ESTUDIO BÍBLICO 1 - LEVÍTICO
INTRODUCCIÓN
Es poco frecuente que en estos días la iglesia prepare y desarrolle estudios bíblicos
basados en el tercer libro del Pentateuco. Aunque corresponde al primer grupo de escritos
inspirados por el Espíritu Santo a Moisés en época que el Señor le entregó Su ley en el
monte Sinaí, los lectores de Génesis y Éxodo quedan sorprendidos por el número de
códigos y reglamentos que se describen al llegar a esta instancia de la narración. En
realidad, la Torá es reconocida en Israel y en la iglesia como la “Ley” justamente porque
contiene este rollo que detalla en forma exhaustiva todas las normas del culto levítico y los
procedimientos que se debían llevar a cabo para resolver situaciones específicas de la
vida civil indicados por Dios de la siguiente forma: “Habla a los hijos de Israel”. Por ello, los
jóvenes hebreos a partir de los 13 años debían estudiarlas y conocerlas para llevar a la
práctica.
Dios establece las condiciones
El título del libro en hebreo es “y Él llamó” pues comienza recordando que Dios estableció
un sacerdocio en el pueblo a partir del pacto mosaico que estará a cargo del culto levítico,
sistema que (como aprendimos en Éxodo) venía a recordar al pueblo que nadie estaba en
condiciones de cumplir a cabalidad la ley del Señor debido a su naturaleza caída. Sin
embargo, el Señor había condescendido a morar en medio del pueblo determinando cómo
podrían estar protegidos de Su santa presencia sin ser consumidos por ella (Ex 33:3). Es
por esta razón que hallamos aquí muchas instrucciones para los sacerdotes, pero también
otras para el resto del pueblo.
Dentro de la tienda de reunión, lugar de encuentro entre Dios y Moisés, el profeta y líder de
Israel recibió cada uno de los preceptos y los puso por escrito. Leemos hacia el final del
Deuteronomio, que detalla el inicio del ministerio de Josué, que Dios le daría autoridad y
poder al reemplazar el liderazgo de Moisés con la condición de que nunca se apartase de
la obediencia solicitada por el Señor en el libro de la Ley que ya estaba disponible para su
lectura (ver Dt 31:1-13 con Josué 1:6-8).
Reglas divinas
Aunque la lectura del Levítico resulte densa (como cualquier libro de códigos procesales,
civiles, comerciales, penales o electorales), su redacción está enmarcada dentro de la
prosa narrativa que constituye todo el Pentateuco, de hecho, aunque predomine el
lenguaje legislativo, hallamos tres eventos históricos: la investidura de los sacerdotes, el
pecado y castigo de los hijos de Aarón y el castigo de un blasfemo. Aunque tengamos la
tentación de saltear la lectura de Levítico para proseguir con la historia de Israel relatada
en Números, debemos comprender que las leyes y regulaciones contenidas en este libro
hayan sido la respuesta directa del Señor a situaciones que fueron surgiendo en la vida del
pueblo durante aquella travesía.
Una norma para todos
El libro puede dividirse en dos grandes partes: 1) del capítulo 1 al 16 se tratan los
preceptos de la santidad ceremonial con especial énfasis en las prácticas sacerdotales y
2) desde el capítulo 17 al 27 se tratan temas relacionados con la santidad práctica, es
decir, la manera en que los israelitas debían resolver situaciones cotidianas procediendo
según la voluntad permisivaª del Señor.
Si bien en el libro hallamos distinción entre lo puro y lo impuro o entre lo santo y lo profano,
no propone al lector vivir una dicotomía entre lo sagrado y lo secular: la santidad debe
evidenciarse tanto en el Tabernáculo y en los sacrificios, como en los campos y en el lugar
de trabajo. Las normas debían ser cumplidas tanto por los israelitas como por los
extranjeros que habían salido de Egipto y que vivían entre ellos. Aquí hallamos el primer
mensaje que podemos aplicar a la vida de la iglesia en el siglo XXI: Dios nos ha otorgado el
perdón de nuestros pecados gracias al sacrificio de su Hijo Jesús y desde entonces cada
cristiano ha sido llamado a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios (sea en su ministerio
eclesial, en su hogar, en su trabajo y con todas sus relaciones interpersonales) para
mostrar las virtudes del Salvador y sus propósitos para con la humanidad enseñados en su
Palabra.
Un llamado a la santidad
Quizá la objeción más común de quienes intentan una lectura cabal sea la monotonía de
la prosa. Quizá en nuestro siglo haya un interés supremo en obtener diversión o
entretenimiento incluso por medio de la lectura, así que Levítico resulta denso
especialmente por el formato de las oraciones propias de un cuerpo de legislación. Dice el
pastor y maestro Robert Deffinbaugh que nadie acude a una biblioteca en busca del
código de edificación municipal con el propósito de entretenerse en su lectura, pero si
desea construir una vivienda en aquella zona, deberá no sólo leerlo sino estar atento a
todas las disposiciones requeridas por las autoridades si no quiere sufrir futuros dolores
de cabeza. Igualmente sucede con quienes desean sacar una licencia de conducción, ya
que deberán aprender las reglas del código de manejo si quieren pasar el examen y
obtener las calificaciones requeridas para tal fin. Levítico encierra, a través de sus
reglamentos y disposiciones, las normas sobre cómo las personas debemos relacionarnos
con Dios y con nuestro prójimo (ampliando así las implicaciones del Decálogo); por lo
tanto, el desconocimiento e incumplimiento de estas enseñanzas dictadas por Dios tiene
consecuencias temporales y eternas. Nuestro desafío en este estudio será desentrañar los
aspectos que señalan la vital importancia de la comunicación con Dios y de cómo desea
que lleguemos a Él y le sirvamos.
Demasiado sangriento
Otra excusa para relegar el estudio del libro en la iglesia de hoy es que hay mucha
referencia a la sangre; literalmente Levítico es un libro sangriento. Cada sacrificio animal
conlleva el derramamiento de sangre, muchos actos de purificación y consagración
requieren de marcas con sangre. A muchos en nuestra sociedad les repugna el
derramamiento de sangre animal; de hecho, el veganismo occidental pregona que los
animales son seres sintientes y que por lo tanto matarlos con fines rituales y alimenticios
debe ser considerado un crimen. Curiosamente estos mismos grupos propugnan libertad
para interrumpir embarazos olvidando que el aborto (sea espontáneo o provocado)
siempre conlleva derramamiento de sangre, porque es este signo clínico el que nos
advierte que se está perdiendo una vida.
En la Biblia el derramamiento de sangre siempre está relacionado con la pérdida o la
entrega de una vida. Lo que debemos recordar al acercarnos al estudio del Levítico es que
para que Dios pueda perdonar los pecados que violentan su santidad, debe haber un
sacrificio que cumpla su justicia y que implique la entrega de una vida valiosa e inocente,
tan perfecta que pueda sustituir el lugar de cada pecador arrepentido de sus faltas: esta
vida entregada hasta la muerte está simbolizada en todos los actos que decretan el
derramamiento de sangre y apuntan a la persona y obra de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo (Hebreos 9:22). El Levítico proporciona el modelo teológico para comprender la
muerte expiatoria de Jesús. La iglesia tiene mucho que aprender al leer y estudiar este libro
que citaron tanto Jesús como sus apóstoles (en el Nuevo Testamento hallamos unas 40
alusiones). La cita con la cual Jesús resumió todo el Antiguo Testamento es la suma de
Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18 (ver Mt 22:38-39).
Desafío para sabios
Cuenta el predicador Charles Spurgeon que la biblioteca del Museo Británico posee tres
niveles de acceso: el primero contiene los volúmenes ofrecidos al público en general,
luego hay un salón que contiene volúmenes a los que se puede acceder llenando
requisitos y mostrando ciertos documentos, pero hay un nivel reservado para quienes
tienen autorización especial ya que, se deben abrir ciertas puertas para acceder a la
lectura de manuscritos muy valiosos siempre custodiados por un guardia. De igual forma,
las verdades profundas y las doctrinas trascendentes no están expuestas a simple vista en
la Biblia, sino que deben ser escudriñadas con la guía y luz del Espíritu Santo, de tal
manera que lleguemos a deleitarnos en porciones sustanciosas que Dios tiene preparadas
para nuestra alma. La sabiduría de Dios es para los que la buscan con diligencia (ver
Salmo 119).
Los siguientes pasajes del Nuevo Testamento deben ser comprendidos y aplicados para
nuestro bien, pero no podrán entenderse sin conocer las disposiciones y reglas del
Levítico, a saber:
Porque todos serán salados con fuego. La sal es buena; pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán?
Tengan sal en ustedes mismos y estén en paz unos con otros. Marcos 9:49-50).
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Romanos 12:1).
Pero todo lo he recibido con plenitud, y tengo abundancia; estoy bien abastecido, habiendo recibido de
Epafrodito lo que enviasteis: olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Filipenses 4:18).
Tenemos un altar, del cual no tienen derecho a comer quienes sirven en el tabernáculo. Porque los cuerpos
de los animales cuya sangre el sumo sacerdote lleva al santuario como ofrenda por el pecado son quemados
fuera del campamento. Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció
fuera de la puerta. Por lo tanto, salgamos a Él fuera del campamento, llevando su oprobio. Porque aquí no
tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad por venir. Por medio de Él, pues, ofrezcamos
continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre. Y no
descuiden hacer el bien y compartir, porque con tales sacrificios Dios se complace. Hebreos 13:10-16).
ªvoluntad permisiva:
Dentro de la voluntad soberana de Dios, Él elige permitir que sucedan muchas cosas que
no le agradan. El hecho de que Dios permita ciertas cosas (incluso cosas pecaminosas)
que indirectamente cumplen Su voluntad, con frecuencia se denomina la voluntad
permisiva de Dios. Debido a que Dios es soberano, Él debe al menos "permitir" todos los
eventos y acontecimientos. Dios no comete errores. Él intencionalmente hizo a los seres
humanos con la capacidad de tomar decisiones y Él elige permitir que sucedan muchas
cosas que no le agradan. La caída del hombre en pecado es una de ellas.
Nosotros experimentamos la voluntad permisiva de Dios todos los días. Dios nos permite
tomar decisiones: qué comemos, cómo pasamos nuestro tiempo, dónde trabajamos, con
quién nos casamos, y mucho más. Algunas de estas tendrán consecuencias para toda
nuestra vida. En el tiempo de la Teocracia de Israel, Dios en su ley estableció códigos con
el fin de limitar los efectos del pecado de su pueblo y sus consecuencias sociales (carta de
divorcio, año del Jubileo, protección de los desamparados, ley de levirato, ley de celos,
etc). Así Dios extiende su misericordia a pesar de que nadie está en condiciones de
cumplir cabalmente el Decálogo hasta la llegada de su Hijo Jesús.
OBJETIVOS DE ESTA LECCIÓN
1. Levítico es parte fundamental del Pentateuco, los preceptos y reglas que se
describen fueron dictados por Dios a Moisés y por lo tanto tienen un carácter
elevado
2. El libro trata del carácter Santo de Jehová y del llamado a la santidad de su pueblo
escogido: tanto en la vida de los sacerdotes y en lo referente al culto, como en la
vida secular de todo el pueblo
3. Así como la comunión del pueblo hebreo dependía de su santificación (la palabra
santo aparece 73 veces), Levítico nos recuerda que nuestra comunión con Dios y
los hermanos depende de nuestra santificación personal
4. Nadie del pueblo podía acercarse al Señor sin mediador ni sin ofrenda por el
pecado y la consagración se marcaba con la sangre obtenida de sacrificios
expiatorios. Estas señales preanuncian la obra del Señor Jesucristo como
Sacerdote y Sacrificio que habilita a los creyentes ante el Trono Celestial (He 4:15;
9:11-14)
5. Muchos pasajes del Nuevo Testamento y su significado espiritual no pueden
entenderse sin una comprensión de las prácticas levíticas enseñadas a Israel
durante la consagración del Tabernáculo en el desierto
©Alejandra Lovecchio de Montamat
lovecchioalejandra@gmail.com