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El papel de la música en la iglesia

Uno de los factores que determinarán qué tanta importancia le damos a la santidad en los músicos es el lugar que le damos a la música en nuestros servicios. Si pensamos que la música solo es un elemento de entretenimiento, un gancho para «ganar almas», o una apertura para el servicio y la prédica, no hallaremos el verdadero valor en el tiempo en que la iglesia canta.
No es de extrañar que las iglesias con estas perspectivas se enfoquen solo en que los músicos sean buenos. «Mientras la música entretenga y sea de calidad, todo estará bien». En esos espacios, el testimonio del músico no importa, mientras ejecute bien sus instrumentos. Pero si vemos el tiempo de alabanza como un espacio en el que la iglesia se somete a Dios y reconoce su señorío, como lo hace con las ofrendas o la prédica, veremos con mayor seriedad la importancia de cantar juntos.
Esto es tan relevante que Pablo dice que una de las consecuencias de ser lleno del Espíritu Santo es cantar juntos «salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor» (Ef 5:19). Si la llenura del Espíritu es necesaria para esto, ¡cuán importante es la santidad a la hora de cantar como iglesia!
Una consecuencia directa de una iglesia llena del Espíritu Santo es que canta a Dios por quién es y lo que ha hecho. No podemos subir a tocar pretendiendo que lo que importa es solo mi calidad musical, también es importante la santidad en el músico y la congregación.
El punto aquí es que, para honrar a Dios a través de nuestro servicio, debemos hacerlo en sus términos y no en los nuestros. Él demanda santidad de su Iglesia. Por lo tanto, los músicos no pueden prescindir de ella en su vida y ministerio (1 P 1:16). Tocar en los servicios es más que ejecutar una canción, es exaltar en santidad a nuestro Rey santo.
Por Salvador Vivas