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¿Habrá algún día una iglesia en Marte?

Algún día en la Luna y en Marte se entonarán himnos y cánticos que glorifiquen a Dios.

Por José Hutter – Teólogo y escritor alemán.

A todos les sonará Star Trek, una de las series de ciencia ficción más populares de todos los tiempos. En el original, se trata la historia de la nave espacial Enterprise al mando del comandante Kirk y su tripulación. Los acontecimientos se ubican en el año 2260. Para mucha gente, entre ellos un servidor, era fascinante ser trasladado al futuro y conocer nuevos artilugios tecnológicos. La serie abrió una ventana que permitía mirar 275 años al futuro -el futuro que se imaginaban los productores-. Sin embargo, no todo era imaginación fantástica. Varios de los inventos que usaban Kirk, Spock y los demás ya se han hecho realidad, como por ejemplo los teléfonos móviles, los ordenadores personales, las pantallas de plasma gigantes y las memorias USB, para nombrar solo algunos1. De hecho, los aparatos que usamos hoy en día están bastante mejor diseñados que los de ese 2260.

Pero hay una cosa que echamos de menos tanto en Star Trek como en otros productos de ciencia ficción: no hay ni rastro de Dios, de algún creyente o de la Biblia. Parece que el Creador del universo que surca el USS Enterprise no tiene futuro.

En esta serie de artículos llevo varias semanas reflexionando sobre los tiempos que corren y los tiempos que vienen. El futuro dirá si he podido acertar en alguna cosa o no y si mi análisis vale para algo. Antes de sacar mis conclusiones finales en las dos últimas entregas, me gustaría salir de esta tierra. En un principio no es nada inusual para reflexiones teológicas. Pero esto va a ser distinto. No voy a escribir sobre el mundo espiritual e invisible, sino sobre el mundo material y visible -pero fuera de nuestro planeta.

Estamos en una época donde muchas cosas que antes se consideraban como ciencia ficción se convierten en realidad delante de nuestros ojos. Ya hablamos de algunas de ellas. Y ahora estamos ante otro paso que va a marcar un hito: estamos a punto de salir del planeta tierra para colonizar otros astros. Los dos primeros en la lista son la luna y el planeta vecino, Marte.

La carrera espacial empezó en octubre de 1957 con el lanzamiento del Sputnik I por la URSS. Cuatro años más tarde se convirtió el ruso Yuri Gagarin en el primer hombre en el espacio. El 12 de abril conmemoramos el 60 aniversario de su hazaña. Durante aquella década, la URSS y los EE.UU. hicieron esfuerzos titánicos para posar al primer hombre en la luna. En julio de 1969 los norteamericanos ganaron la carrera espacial con el famoso vuelo del Apollo 11. En los siguientes tres años lo repitieron cinco veces. Pero después del paseo lunar de Eugene Cernan en diciembre 1972, la luna recuperó la tranquilidad. Durante los próximos 50 años el tema de la conquista espacial no levantó mucho interés. No hubo más misiones tripuladas al astro vecino. Pero desde que han aparecido Elon Musk y otros visionarios el escenario ha vuelto a cambiar.

Quien haya visto los primeros vuelos de los prototipos de su Starship, los aterrizajes de película de los cohetes de SpaceX en plataformas en alta mar de forma automatizada y el diseño futurista de la nave espacial Dragon, se habrá dado cuenta de que lo que antes era ciencia ficción se ha convertido en realidad. Y esto es solo el principio. En los próximos años los acontecimientos se van a precipitar.

Todo indica que la historia de la conquista de Marte comenzará en el año 2024 cuando Elon Musk y SpaceX lancen cinco naves de carga con destino a Marte. Aterrizarán probablemente en la zona de Erebus Montes, preparando el camino para la llegada de las primeras misiones tripuladas, la construcción de la Base Alfa en Marte, y, más adelante, de una colonia autosostenible.

Musk está considerando seriamente terminar sus días en el planeta rojo, ya que dijo en su momento que no le importaría morir en Marte, aunque a ser posible no en el aterrizaje.2

Existe un mini documental sobre la colonización de Marte que resume estos planes detallados.3 Nos relata cómo será vivir en Marte, cuántas personas aterrizarán durante cada misión, cómo hay que imaginarse la flota de naves estelares y cómo crecerá la colonia marciana a lo largo de los próximos 25 años hasta el 2050. Para entonces, según lo previsto, habrá ya miles de personas en el planeta rojo que se organizarán de forma independiente de la Tierra, formando su propia civilización.

No veo ninguna razón para considerar que la colonización de Marte amenace nuestra fe cristiana.

Personalmente no veo ninguna razón por la que esto no pueda convertirse en realidad en las próximas tres décadas. Y como creyente tampoco veo ninguna razón por la que deberíamos considerarlo como algo que amenace o vaya en contra de nuestra fe cristiana. Todo lo contrario.

Curiosamente la conquista del espacio ha sido desde el inicio un proyecto donde han participado muchos creyentes. En el equipo que rodeaba a Wernher von Braun en la NASA en los años 60 del siglo pasado había un buen número de cristianos. La mitad de los 12 astronautas que pisaron la luna fueron creyentes en Jesucristo, según sus propias palabras. El segundo hombre en la luna, Edwin Aldrin, dijo en una entrevista:
“Muchos de los que formamos parte del programa de la NASA estamos convencidos de que lo que estamos haciendo forma parte del plan eterno de Dios para el hombre.”4

Querer explorar nuestro entorno -y esto incluye el espacio- forma parte de lo que Dios ha puesto en nosotros: las ganas de conocer y entender lo que Él ha creado y de crear en medio de un desierto hostil un entorno agradable.

Sin embargo, no se suele reflexionar mucho sobre estos temas en nuestros círculos. Todo lo que va en esta dirección cae automáticamente en la categoría de ciencia ficción y este género no tiene necesariamente muchos adeptos -por razones muy diversas- en el mundo evangélico.

Tengo que confesar que desde niño no solamente me ha fascinado todo lo que tiene que ver con la astronomía y los viajes espaciales. Junto con mi mejor amigo del colegio dibujábamos cohetes y desarrollamos nuestro propio mundo de ideas futuristas. Luego se separaron nuestros caminos. Él llegó a estudiar aeronáutica y ciencias espaciales y yo teología. Porque algo había pasado. Para mí llegó un momento muy importante con 15 años: llegué a conocer a Cristo. A mí me parecía al principio que el mundo con el que soñaba como adolescente y la fe en Cristo que cambió mi vida y mi modo de pensar serían incompatibles. Pero a lo largo de los años me he dado cuenta de que no es así.

Y desde entonces me hago una pregunta que me intriga hasta cierto punto y con la cual empecé este artículo: ¿Por qué las novelas y las películas de ciencia ficción no mencionan la fe cristiana? ¿Por qué no se conoce ningún creyente entre la tripulación del Enterprise? ¿Por qué el cristianismo simplemente brilla por su ausencia en los productos literarios o cinematográficos que miran al futuro? ¿Será que en los ojos de sus autores nuestra fe simplemente no es tan relevante como para mencionarla? ¿O se habrá extinguido la fe cristiana con el avance de la ciencia y la tecnología?

En otras palabras: ¿habrá algún día una iglesia en Marte?

Algún día en la Luna y en Marte se entonarán himnos y cánticos que glorifiquen a Dios.

La respuesta puede sorprender. El 1 de abril de 2018, la organización evangélica Acts 29 y SpaceX anunciaron una inesperada colaboración que tiene previsto enviar a un plantador de iglesias a Marte. Nada menos.

"No somos una organización religiosa ni mucho menos”, dijo Musk. “Pero la religión es buena para la sociedad y sería una negligencia por nuestra parte poblar un planeta sin ella."5 Esto me lleva a plantearme nuevas preguntas. ¿Cómo se llevará a cabo un culto en otro planeta? ¿Cómo se organizará la iglesia? ¿Quién va a ser la primera persona bautizada fuera de la tierra?

Sin embargo, para mí no existe ni la menor duda de una cosa: la fe cristiana y el mensaje eterno del evangelio tienen relevancia para todos los tiempos y en todos los sitios. Y es bueno que hay creyentes como los de Acts 29 que piensan en el futuro. Algún día, gracias a ellos, también en la Luna y en Marte se entonarán himnos y cánticos que glorifiquen a Dios.

Tal vez para los autores de las novelas de ciencia ficción Dios no quepa en su cosmovisión futurista. Pero Él estará y su gente jugará un papel decisivo en lo que hoy aún parece ciencia ficción.

Publicado en Evangélico Digital