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Colección de Estudios Bíblicos - Preparados por Alejandra Montamat.

El principio de nuestra historia. Génesis. Entrega 33.

Los historiadores encargados de plasmar los anales de un nación, suelen exponer los sucesos más destacados de sus protagonistas, pero esconden los secretos de alcoba de sus héroes. Sin embargo, la Biblia detalla las intimidades de todas las familiar patriarcales: la de Abraham, la de Isaac y ahora de la Jacob. ¿Por qué Moisés no escondió estos sucesos en la historia inspirada de la Palabra de Dios? ¿Por qué le asombraban a Jorge Luis Borges las historias de la Biblia? ¿De cuántas maneras nuestro Señor Jesús condescendió al nacer de una simiente escandalosa? ¿Qué podemos aprender las familias cristianas a través de esta historia? Una lección que muestra el amor y la gracia de Dios sobre su pueblo.

UNA FAMILIA COMPLEJA


La historia de la vida familiar de Jacob deja mucho que desear. De hecho, el pasaje se lee como una novela moderna: la rivalidad entre dos hermanas y sus criadas por el amor de Jacob lleva a éste de tienda en tienda y de habitación en habitación.
No debemos pensar que Dios dejó este contenido en la Biblia para que imitemos el comportamiento de los protagonistas sino todo lo contrario. Al ver nuestro propio comportamiento a la luz de los acontecimientos Él desea que nos limpiemos de toda acción pecaminosa que nos traerá tarde o temprano tristeza y congoja.
En lo que refiere a Jacob, Dios está trabajando en su vida con sus patrones de conducta, muchas actitudes arraigadas en su personalidad echarán frutos amargos que servirán para que el futuro patriarca aprenda a depender de Dios y manifestar frutos espirituales que sólo se revelarán cuando el hombre carnal pueda sujetarse a la acción poderosa de Dios.
Insistir en tener como mujer a Raquel luego de haber contraído matrimonio con Lea, es apenas el principio de una angustiosa cadena de rencillas que nunca abandonarán a su familia y mostrarán consecuencias en lasiguiente generación con el enfrentamiento y rivalidad entre hermanos.

Lea en busca de amor 29:31-35
¡Qué patética situación! Lea está casada con un hombre que no la quiere como esposa y que se niega a darle el amor que necesita desesperadamente. Dios escuchó su lamento y le dio la posibilidad de engendrar al primer hijo varón, el heredero. Con este niño aumentan sus esperanzas de ser aceptada amorosamente por Jacob, pero es evidente que éste ama a Raquel y sólo llega a Lea con el propósito de engendrar prole.
A pesar del nacimiento de otros dos niños, el deseo de esta mujer no se cumple, pues su marido no se apega a ella. Entonces nace el cuarto hijo varón a quién pondrá por nombre Judá, que significa "esta vez alabaré a Jehová". Esta madre recién ahora toma conciencia que ni su marido podrá amarla como Dios la ama, entonces reconoce en agradecimiento y alabanza la bondad de su maternidad al Señor.

La reacción de Raquel 30:1-8
La maternidad de su hermana provocó terribles celos en Raquel. No atribuyó su esterilidad a Dios, sino que culpó a Jacob por la misma. Éste, presionado y tocado en su orgullo de hombre viril, le responde que la culpa es de Dios y que a Él debía consultar por respuesta.
Es evidente que la pareja estaba sufriendo un desgaste mayúsculo. Jacob, a diferencia de Isaac que intercedió ante el Señor por la esterilidad de Rebeca, no tiene una actitud amorosa ni palabras que produjeran calma a una mente atormentada por la envidia. Entonces, movida por las pasiones humanas de competencia y rivalidad, Raquel propone hacerse de hijos adoptivos a través de su sierva.
Mientras que Sara decidió el mismo método cuando todavía Abraham no había engendrado ningún hijo y le pareció un recurso de última instancia, Raquel exige el procedimiento para confrontar y vencer a su hermana. Ignorando la voluntad del Señor, estima que de esa forma pudo ser reivindicada. No podemos reconocer en ella una actitud de madurez espiritual.

Lea se rebaja nuevamente 30:9-13
¿Qué pasó con la madurez de carácter en Lea? Que su hermana hubiera utilizado a su sierva en la pelea para obtener un hijo propio tiene al menos el antecedente de ser una práctica cultural.
¿Pero qué sentido tuvo entregar a su propia sierva a Jacob cuando ya era madre de cuatro hijos propios?
Sólo el impulso de agudizar su lucha con Raquel. Vemos que de su sierva nacen dos varones y Lea elige nombres que traicionan sus pensamientos: "qué suerte!" y "¡ahora soy feliz!" No menciona a Dios ni vemos en ella el carácter piadoso que demostró con el nacimiento de Judá.

¿Y si funciona la magia? 30:14-20
Lea era fértil pero no lograba que Jacob durmiera con ella. Raquel tenía a Jacob casi todas las noches, pero no lograba engendrar hijos.
Sucedió que Rubén encontró en el campo el fruto afrodisíaco más preciado de la época. Lea lo aprovecharía para atraer a su marido y Raquel para aumentar así sus posibilidades de concebir. Ambas hermanas realizan un trueque para así obtener el resultado que cada una esperaba: una compró una noche con su esposo, otra prefirió confiar en la superstición y la magia antes que en el Señor.

Falsas interpretaciones
Es curiosa la interpretación que Lea da a su quinto embarazo: Dios la premió porque le agradó que le entregara su sierva a Jacob como concubina. Así interpretó que su éxito fue la aprobación de Dios por su pecado. ¡Cuidado cuando buscamos santificar nuestros pecados diciendo que Dios estaba detrás de todo!
Finalmente Lea queda por sexta vez embarazada y tiene a su último varón, después nacerán otras hijas mujeres.

Cuando nada funciona, entonces oramos 30:20-22
Todos los recursos de Raquel se acabaron, nada le proporcionó el hijo tan deseado. La oración en esta jovenmujer resultó un recurso de última instancia. Fue así como Dios permitió que engendrara a José. Dios había removido así la vergüenza de tantos años de esterilidad y aún con el niño propio estaba impaciente por concebir otro inmediatamente. No podía imaginar que su segundo embarazo le costaría la vida.

Conclusión
• De la mano de Moisés, Dios estableció en la Ley la prohibición de uniones sexuales entre parientes directos o políticos y el intento de tomar a dos hermanas como esposas (ver Lv 18:18). Cuando los israelitas en el desierto leyeron esta crónica acerca del origen de las doce tribus deben haber quedado asombrados. Dios escogió a un pueblo cuyas raíces patriarcales demostraban los resultados del pecado en aquellas familias nucleares. Dice un autor que Dios sabe de antemano cuando prepara el camino de Jesús al mundo, que el pecado será también el escándalo del linaje humano de su Hijo quién hasta allí se humilló para venir a salvarnos. Jorge Luis Borges se asombraba de la franqueza de la Biblia al exponer la vileza de los hombres que Dios escogió para llevar adelante su obra.
• La poligamia nunca fue el propósito original de Dios para la familia (ni la sucesión de matrimonios debido al recurso del divorcio). Ni la relación sexual ni la maternidad son los recursos adecuados para generar amor en la pareja y ambas hermanas en la historia debieron aprender esta verdad. Raquel no pudo contentarse con vivir una vida sexualmente activa y romántica, además creyó que un hijo traería la realización en su vida. Lea no logró contentarse por más de que llegó a tener 7 hijos, pues su relación matrimonial no estuvo nunca originada en el amor. Jacob aparece como el posible beneficiado en la historia debido a que tenía cuatro camas matrimoniales y una gran prole, pero terminó dominado por su harén y esclavo del sexo y del matrimonio en vez de ser su soberano.
• El sexo, el amor, el matrimonio y la familia nunca pueden ser plenamente satisfactorios a menos que los disfrutemos dentro de los límites de la voluntad de Dios y su Palabra. Todos son regalos de un Dios bueno y amoroso, pero su disfrute no se puede completar aparte de la comunión con él. Por ello entendemos que amor y sexo deben manifestarse juntos y desarrollarse progresivamente en una unión madura, no egoísta, que aprende a restringir el placer individual procurando el bienestar ygoce del compañero. Por ello toda pareja (especialmente la cristiana) debe aprender a vivir y manifestar su amor dentro del marco dado por el compromiso matrimonial. En la rutina y las presiones de la vida conyugal, el amor romántico no es suficiente para llevar la relación a largo plazo y por ello deberíamos preparar a nuestros hijos para considerar los verdaderos valores que fortalecerán a sus futuras parejas

Para reflexión
1. La historia de Jacob no es única. Es posible que seamos protagonistas de un hogar disfuncional (sea de nuestros padres o el nuestro) y que hayamos sufrido consecuencias tristes a causa de ello. Si es tu experiencia ¿Cómo se relacionó Dios contigo en circunstancias difíciles? ¿Cómo te ayudó en situaciones límites?
2. Las pasiones humanas suelen ser los motores de las decisiones de vida. ¿Qué te enseña la experiencia de los protagonistas a la hora de tomar determinaciones? ¿Por qué será importante buscar sabiduría divina al formar y dirigir un hogar?
3. Cuando estamos agobiados por situaciones límites podemos recurrir a muchas opciones, algunas pueden generar mayores dificultades aún. ¿Qué crees que desea el Señor que hagas en esos momentos? Lee Stg. 1:5-6, 1ª Pe 5:6-7, 2ª Co 4:7-9
4. ¿Crees que la realización de un hombre o una mujer sólo puede darse si encuentra a su alma gemela? ¿Es posible que aún teniendo un buen hogar, hijos y una pareja adecuada no hallemos satisfacción interior? ¿Qué es necesario en nuestra vida para hallar el gozo y la plenitud del Espíritu?
5. Si no has tenido oportunidad de formar un hogar o lo has perdido por distintas razones ¿Cubrió el Señor tu pérdida? ¿Es posible que necesites fe para vivir con contentamiento a pesar de la falta de pareja idónea? ¿Cuál debe ser la prioridad del creyente en la vida personal?
6. ¿Por qué es necesario que amor, vida sexual e intimidad se den juntos dentro del marco de la pareja matrimonial?